jueves, 9 de agosto de 2007

La huída bizarra

Estábamos en el bosque, a punto de hacerle la broma al general. Todo estaba listo: los actores preparados, los chicos expectantes y yo. Yo era el encargado de convencerlo para que venga hacia la trampa. Llego el momento y el general cayó "redondito". Por todos lados se escuchaban risas, todo era felicidad, hasta que comencé a hablar.
- Claro, no hay general más estúpido. Así los hacen en el ejército, que decepción. Si quieren aprender a manipular un arma, mejor sean terroristas, sino quieren acabar como él.
Todos riéndose nuevamente, el general muy serio.
- Ehhh, lo siento.
Comenzó el problema, algunos comenzaron a pelearse, entre los grupos se alejaban cada vez más. Terminaron a unos 50 metros cada uno, lanzándose piedras gritando. Los carros pasaban y miraban asustados. Hasta que una piedra entró a una casa cercana y reventó una luna.
-Diablos, corran todos!!!.

Luego me vi saliendo a la pista a toda velocidad, corriendo sin pensar. Al lado de un carro que me veía fijamente y sentía que me estaba retando a ganarle en velocidad. Felizmente no caí en su juego, entré a la derecha y me metí dentro de una conjunto de casas muy juntas cada una y con espacios verdes en pequeños lugares. La verdad tiene un nombre, pero no lo recuerdo.
Seguía corriendo, nunca paré desde que inicié. No hasta que llegue a una calle sin salida, o eso creía, sólo había una puerta de vidrio en el final. Por inercia seguí corriendo mientras pensaba que hacia, cada vez se acercaba más mi final, el final de mi camino. Hasta que vi a los lados de la puerta. Había salidas para la izquierda y derecha, no era un pasaje sin salida. Lamentablemente, era demasiado tarde cuando reaccioné, ya había chocado y roto la puerta de vidrio. No era momento para pensar mucho, me paré y corrí hacia la derecha. Ahí encontré los parques con niños jugando, por desgracia, habían dos bicicletas en mi camino, una más grande que otra. Choqué con la más grande, pero para no caer la cargue al vuelo y la tuve unos dos segundo. ¿Qué estaba haciendo?, no me la iba a llevar, suficiente con el daño ya hecho, tampoco la podría tirar metros más allá. Regresé la deje en su sitio - diablos no se quedaba parada - no podía perder más tiempo así que la tiré al pasto. Por unos microsegundo sentí que una pequeña niña que se encontraba a mi costado me sonrió, me volví y di cuenta de mi acierto. Continué corriendo, después de mi parada de 5 segundos máximo. Parecía una moto, no paraba por nada, bueno hasta que se acabo mi camino. Pensé rápidamente, creo que fue la primera vez que pensé desde que comencé a correr, a la derecha hay una especie de feria no podría ir hacia ahí, a la izquierda más parques, pero algo me decía que no vaya por allá. Decidí elegir el camino de frente, era una iglesia evangélica, llena de señoras rezando, cantando, bailando y todo lo que hacen los evangélicos. La mayoría era gordita y tenía un hábito blanco, claro con Biblia en mano. Yo solo corría, creo que nadie notaba mi presencia - ¿Donde fuck esta la puerta? - hasta que por fin la encontré salí, y vi la reja de salida con una señor y una señora en ella, evangélicos los dos, tuve que bajar mucho la velocidad, casi estaba trotando ahora. La señora me miró sonriente y me abrió la reja y me dijo "hasta luego"; no atiné a decirle otra cosa que "thanks", a lo que sorpresivamente me respondió "you´re welcome". Creo que pensó que no hablaba castellano y dudó de mi peruanidad.

No tenía tiempo para explicarle mi nacionalidad ni mi lengua natal, así que aumenté la velocidad nuevamente, aunque no por mucho tiempo. La calle de la izquierda estaba cerrada por ambulantes vendiendo frioleras y danzantes haciendo lo suyo; al frente había una casa enorme; a la derecha estaba la maldita feria. Obviamente tuve que ir por la feria, apenas llegue vi a mis amigos corriendo y saliendo de ella. Corrí hacia ellos y me mantuve a su velocidad, no pregunté nada sólo los seguí calle abajo, por donde yo había venido, bueno no por ese camino sino por un camino paralelo. Luego de cierto tiempo nos encontramos en el bosque nuevamente, estaba desolado, seguíamos corriendo y cerré los ojos.

Corrí hasta la puerta de mi casa y entré de frente a la cocina, ahí se encontraba mi madre con mis hermanas, y claro yo muy agitado. Vi una especia de guitarra en la silla y mi madre dijo: "Mira lo que te compré, augusto". Era una especie de guitarra pequeña pero con una tela en vez de cuerdas y encima una cuerdas de colores - ¿dios que diablos era eso? Ay, mamá.- Ojala te sirva. Yo le dije: Mamá, ya sabes que no me gustan las guitarras, ningún tipo, no soy bueno tocándolas, ni siquiera sé cómo hacerlo, no tengo idea de cuales cuerdas sean que notas o cómo diablos funcione, nunca traté y nunca trataré. Finalmente, desperté riendo. Gracias

PostData: Lo curioso de todo esto es que no recuerdo haber volteado nunca para ver si, efectivamente, alguien me perseguía.

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