viernes, 5 de octubre de 2007

Un mundo para Augustus: Punta Hermosa 1

Era el verano del 2000, recuerdo que el 1ro de Enero, a pocas semanas de mudarme hacia Punta Hermosa, Playa Chica había cambiado considerablemente. Algunas carpas todavía seguían ahí, con unas cuantas personas ebrias dentro, la playa estaba realmente sucia con cosas que prefiero no mencionar flotando y, lo que hasta hoy me parece raro, el mar estaba en bandera roja, Playa Chica, que hasta un día antes (31 de Diciembre) era la playa más tranquila de Punta Hermosa.

Tenía 10 años aproximadamente, era, es y será uno de los veranos que jamás olvidaré. No sé por qué le entró la idea a mis padres de pasar el verano en Punta Hermosa, no sé de dónde nació todo esto, pues no conocíamos a nadie en esa playa, lo único que sé es que les agradeceré de por vida esa decisión, es una de las cosas que cambiaron mi vida, y la de mis hermanas...

La verdad no sé siquiera por qué estoy escribiendo este post, pero al escribirlo se me viene recuerdos muy gratos a la mente y eso me gusta. Escucho Angel de Shaggy y me recuerda a esos momentos.

Bueno ahora quiero contar los momentos o anécdotas que viví desde que me mude ahí, fue un corto tiempo lo sé, pero 2 veranos y 1 invierno para mí es suficiente, y claro a veces vamos algunas semanas en verano, pero ya no nos podemos quedar como antes por diferentes motivos, como por ejemplo, los 4 estamos en la universidad y tenemos cosas que hacer en verano, especialmente yo que trabajo en la academia.

Cómo olvidarme de mi primer verano ahí, todo comenzó cuando mis padres conocieron a un argentino que vivía cerca a nosotros, éste tenía una hija, llamada Tabata (no estoy muy seguro, 7 años pasan la cuenta y más en mi débil memoria), recuerdo que la segunda tarde que lo conocimos nos invitó a una parrillada en su hogar. Ahí fue dónde conocimos (mis hermanas y yo) a su hija, ella nos dijo que nos presentaría a sus amigos y amigas de la playa. Y así fue. Al día siguiente ya teníamos cerca de 10 amigos.

Antes de seguir quiero aclarar una cosa, cuando hable de "teníamos", "conocimos", "salimos", "parábamos", "supimos" o cosas así en primera persona plural, en realidad hablo por mis hermanas, porque yo era como que rechazado por ellas, pero no importaba, para mí era suficiente no darme cuenta de esto hasta hace algunos años, me sentía parte del grupo, siempre fue como que medio autista y vivía en un mundo paralelo, me siento mejor, porque cuando piso la realidad me fastidian algunas cosas y me hieren otras, dicen que es mejor cuando no lo sabes o cuando no lo ves...

Continuando con el tema, el tiempo pasó y como en todo grupo, comenzaron los rajes contra la fundadora, en este caso Tabata, la cuestión es que para Febrero nunca más supimos de ella. Ahí fue cuando se formo el grupo en sí. Prefiero no decir nombres porque 1. No los recuerdo todos, 2. Nunca fueron taaan amigos míos, 3. Otras cosas. Éramos cerca de 10, a veces más, a veces menos. Esa vida era genial, era un rutina demasiado... no sé.

A ver contaré más o menos como era en el primer verano: Me despertaba, me ponía la ropa de baño e iba a desayunar, si mis hermanas estaban en la casa aún, sacaba un polo y esperaba que sus amigos lleguen, si no me iba solo a la playa, mi casa quedaba a unas 5 cuadras del malecón. Terminaba de desayunar y salía, sin zapatillas, sandalias o cualquier otra cosa obviamente, es la emoción de correr de sombrita en sombrita porque si no se te rostizan las platas de los pies, así eran 5 cuadras, con todos los "visitantes" mirándote con cara extraña. Finalmente cuando llegaba al malecón, corría a sentarme donde podía y miraba hacia abajo (en playa negra) a ver por donde podía correr, localizaba el camino y yo mismo era, bajar cerca de 30 escalones corriendo llegar a la arena y correr o morir, no quedaba otra cosa, si paraba me rostizaba y lo más probable era que haga un rochesaso llorando por mis piececitos, así que no pensaba en nada más que en el mar. Finalmente llegaba al mar con mis pies muy calientes y pisaba el agua helada de playa negra, de frente al mar no la pensaba dos veces sino me enfriaba. A eso de las 12 subía nuevamente al malecón a buscar a alguien que no le quede otra cosa que hablar conmigo, sino le compraba un helado al heladero y me ponía a conversar con él. Después me iba a CODODAX y compraba un par de cosas más, casi siempre eran los “Jolly Rancher”(los de la barrita delgadita porque, los chupetes no me gustan), con el tiempo mis padres se hicieron amigos también de los dueños de CODODAX y ellos me trataban muy bien. A eso de las 3 regresaba a almorzar a mi casa, o si no iba a la, ahora desaparecida, "Cabañita" si mis padres estaba ahí, me gané, comía rico. A eso de las 6 tocaba el baño. Me quitaba toda la arena que tenía en la ducha de mi casa y salía con el pelo recontra duro porque en ese tiempo no usaba nada más que champú. Descansaba unos minutos y salía a la plaza, la iglesia recibiendo feligreses, los vendedores de siempre en ciertos puntos del parque, y yo en una banca de la esquina con mis amigos. Ese parque en el cual he hecho de todo: jugué carreras de carros a control remoto los primeros días de enero, casi me peleo con un idiota que no le gusto mi chiste cuando el dije que estudiaba en "Larry" por sapo (era chiquito, no me reclamen). Ahí fue también donde me gané mi primer yeso de los 28000 en el brazo izquierdo. Esa noche estábamos jugando carreras en la bicicleta, tres vueltas nada más. Siempre fui rápido con la bicicleta, la primera vuelta iba primero, la segunda iba tercero y la tercera a la mitad estaba cuarto, entonces dije: "no puedo perder, mi honor está en juego (¿cuál?, no sé, pero necesitaba motivación), entonces pasé al tercero, pase a la segunda, quedaban unos escasos 10 metros e iba por la primera - ciérrala Augusto no le vas a ganar - me decía mi subconsciente - no seas idiota te vas a golpear y te va a odiar - ciérrala es la única forma de ganar - no!, ni loco no lo haría nunca, todavía estoy cuerdo. La cerré y caí a 2 metros de la llegada, mi bicicleta cayó encima de mi brazo izquierdo, ella cayó encima de mi bicicleta, su bicicleta encima de ella, el tercero (en ese momento) nos esquivó y llego primero, la cuarta, cayó también (era mujer y estaba conduciendo, una bicicleta, pero conduciendo). Se escucho unos 10 "au" pero yo estaba nuevamente en la realidad - demonios esto dolió - decía. Las dos chicas se pararon y levantaron sus bicicletas, un amigo levanto la mía y cuando estaba a punto de pararme grité: "Auuuuu", todos se sobresaltaron y luego dijeron "ay, que exagerado eres no es para tanto". Esa noche la pase malísimo, dormí con mis padres (si se le llama dormir a eso), a las justas descansé 2 horas. Mi madre callándome y recordándome que la velocidad no es buena, y mi padre que solo atino a decirme "por huevón". Al otro día regresamos a la gran ciudad, llena de micros y sonidos molestos, ya me había acostumbrado a la tranquilidad de Punta Hermosa, fuimos directamente a la clínica, explique lo sucedido y me enyesaron. En la tarde regresé a la playa y cuando todos me vieron dijeron algo que nunca olvidaré, es una de esas frases que se te quedan grabadas de por vida: "Ah, era serio yo pensé que estabas fingiendo". Pero, bueno mi vida siguió y llego febrero. Este mes se caracterizó por los carnavales, de hecho los del primer verano, fueron demasiado diferentes al del segundo verano. En la playa había un grupo de cerca de 20 personas, de 18 años para arriba, que obviamente vivían ahí, el llamado por nosotros "Grupito feliz". Entre nuestro grupo, que por cierto éramos menos y menores en promedio de edades, y el grupito feliz había una gran rivalidad. Peleas o mejor dicho amenazas las noches en la plaza. Yo soy fisicoculturista - decía uno de ellos - yo soy Augusto, pensaba yo. Bueno regresando al tema, en Febrero como todos sabemos, son los carnavales, en Punta Hermosa, los "carnavales rojos", una especie de 25 jóvenes (el grupito feliz con algunos secuaces más) salían a las calles de Punta Hermosa todos los domingos de 8 de la mañana a 6 de la noche a manchar con cera roja a cualquier persona que vean, claro no a todos siempre era con respecto, sus blancos éramos nosotros y los "visitantes", felizmente se inclinaban por los “visitantes”. La rutina cambiaba un poco, ahora las mañanas era correr hasta la muerte hasta la playa, pues ahí no bajaban, regresar corriendo a tu casa y quedarte hasta las 6. Si eras más valiente, salías a visitar a algún amigo, con una llamada previa para que te espere con la puerta abierta. Así la pasamos el primer Febrero, no fue tan malo, pero el del año siguiente fue bestial, ya se enterarán. En esta temporada conocí a muchos amigos, tenía una amiguito que tenía un peinado medio afro y hablaba como surfer (la verdad es que no recuerdo de dónde salió, creo que lo conocí un día nadando), recuerdo claro, con el salía todos los días a partir de mitad de Febrero, era mi mejor amigo de esa época, en realidad era uno de los pocos, pero con el salía todos los días, a veces nos íbamos a la tienda de surfers que habían abierto recién cerca del malecón, claro yo estaba perdido ahí porque escuchaba las huevadas que me hablaba él, no entendía nada, en realidad yo y el surf nunca fuimos buenos amigos; en el segundo año, tengo una anécdota más cercana con el surf. Mi amigo desapareció el primer año y nunca más lo volví a ver, era hora de hacer nuevos amigos, por mientras podía seguir a mis hermanas. Por cierto, una de sus amigas (Carlita, que estaba y está más rica) tenía un hermano como dos años menor que yo, pero no me caía mucho que digamos, vivía en un mundo “diferente” y a veces era un poco espeso. Era una especie de amigo transitivo cuando me botaban mis hermanas de su grupo.Después de los muchos amigos y aventuras que tuve, se fue acabando el verano y me regresé a Lima, con nuevos amigos conocidos, claro que en Lima era diferente ya no era de ir sin tabas a la casa del otro y ni siquiera vivíamos cerca. Aunque sea, tenía nuevos amigos y lo que más rescato de las etapas de mi vida es conocer nuevos amigos. Uno nunca sabe cuando te pueden servir.

Lima, ahora era diferente, para comenzar que todos se reían de mí en el cole porque me pelaba los dos primeros meses, pero no le daba importancia. Así terminó mi primer verano en Punta Hermosa, muy agradable por cierto, nunca lo olvidaré...

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